Cuando era niño rezaba para asegurarme que el diablo no estuviera abajo de mi cama.
Rezaba hincado, apoyado en ella y con un ojo al pendiente para que no me jalara por debajo y me llevara al infierno por mi segura enorme cantidad de pecados que a mis 6 años habría cometido.
Me cubría hasta la nariz y esperaba a que mamá llegara a mi cuarto a apagar la luz.
Poco a poco me quedaría dormido.
Hoy sé que el demonio estaba ahi, riendose enormemente por mis plegarias a un Dios que anda de hippie dejando que todo pase...
que todo pase...
(esta noche hable con el diablo)
2 comentarios:
Cambiaron los roles, en el Paraíso Perdido era al revés, Satán era el hippie y Dios quien se reía.
Publicar un comentario