miércoles, 22 de julio de 2009

(II)

Y estaba el cielo totalmente nublado, con manchas negras que una que otra vez mostraban el relámpago que estaba a lo lejos.
Casi no me dejaste dormir anoche, me dijo Isabel – te la pasaste saltando y quejándote, creo que eso de fumar antes de dormir no te hace nada bien.
-Bebi el refresco que quedaba, seguro me cayó mal – le respondi.
Sin mas me dirigi al baño a devolver el estomago y me quedo un saborcillo raro a metal en el paladar. Le pedi a Isabel algo para aliviar el estomago pero no se nos había ocurrido comprar algo para ese tipo de contingencias.
Fui a ver al vecino, que vivía al pie de la colina, había sido amigo de mi madre y mis tios en la infancia y me conoció pequeño al igual que mis primos, seguramente el tendría algo.
Toque la puerta y vi como la cortinilla de la ventana se abrió y cerró en un parpadeo, “que raro” pensé, toque una vez más y el anciano salió, sonriente, no me percaté que se el hombre para sus casi 60 años se seguía viendo fuerte y agil, característica que lamentablemente mis tios carecen.
Eso si, lo único que me daría indicio de su edad, era su cabello; totalmente blanco y similar al de mi madre, quien se había quedado en casa al cuidado de Isabella.
Lo salude cortésmente y como todos los conocidos se asombro de mi visita, me preguntó por mi madre y mis tios y me puso al tanto de los pormenores generales del pueblo, que la gente se había ido, que la iglesia había estaba cerrada y que el ayuntamiento tenia dos años que había cerrado cuando el corrupto alcalde había desaparecido y lo fueron a encontrar muy cerca del rio, con las tripas destrozadas y que solo fue reconocido por el anillo de casado que tenia sus iniciales; después de eso, no había gobierno, el pueblo era tierra de nadie, pero por fortuna como todos se conocían no había necesidad siquiera de la policía, mucho menos de la patrulla del ejercito que ni se aparecía ya por ahí.
Regresé a casa con algo de aspirina efervescente, pero al beberla me recordó lo que había bebido y me hizo devolver de nuevo el estomago, le dije a Isabel que quizá dormiría un rato y así tal vez se me calmaría el malestar.

Soñé cosas raras, con mi familia, mis primas hermanas cercanas diciéndome que era ya el tiempo de unirme a la familia, a sus tradiciones que, desde mis abuelos habían llegado al pueblo habían llevado consigo, soñé con mi madre, que estaba en su casa de la ciudad pero a la vez no era mi madre, tenia unos ojos amarillentos y me sonreía como lo hacia cuando era un niño, pero el iris en la retina me hacia temer, estaba en el sofá, cargando a la pequeña Isabella que dormía en el regazo que también ocupe de pequeño; soñé también con Isabel, parada en el quicio de la puerta y con la cabeza recargada en ella.
Desperté casi a las 7 de la noche, en la colina soplaba el viento y escuchaba el aleteo de las chotacabras en los arboles, le grité a Isabel pero no estaba, en la mesa del comedor había un recado de ella: la hija del vecino, antigua compañera de juegos infantiles de mis primas y mios había ido a saludar y como estaba dormido fue con ella a ver las fotografías que conservaba de la infancia con nosotros, no me parecío raro y encendí la luz del pórtico y el reflector que iluminaba desde la casa hacia abajo, en dirección a la casa del vecino, asi por lo menos Isabel veria la luz y se percataría que ya había despertado.
Me sente en el pórtico, busque en la bolsa de mi camisa mi zippo y la cajetilla aplastada en el bolso de mi pantalón, “solo medio cigarro” me dije.
Encendí otro cigarro y comencé a incomodarme, Isabel normalmente no esta fuera de casa tanto tiempo, o la conversación era muy interesante con la familia o la colección de fotos muy extensa.
Entre, me sente en el comedor y puse el iPod, en el comenzó Norah Jones a cantar Be here to love today… y recordé buenos tiempos estudiantiles.
Isabel volvió como a las 10 de la noche, algo tarde para los vecinos del pueblo, el cenicero del comedor estaba atascado de ceniza. “Vaya que te tardaste un poco eh”, “si, un poco” – me sonrió – “vi tus fotos, y las de tus primas, vaya que eran niños adorables, y luego fui con tu amiga al parque, tan pequeño que es y las historias que me conto de ustedes”.
-“No hay mucho que ver, este pueblo como puedes ver no tiene nada, salvo el mercado, la iglesia abandonada y las vistas que tiene desde las diversas colinas, nada más, a veces en las noches de calor se ven luces que andan entre los arboles, pero nada mas.”
-“Si, algo me contó, que según la leyenda del pueblo un tipo armado de valor por las copas la persiguió y a la mañana siguiente lo encontraron muerto”
-“folklor popular, vamos a dormir te parece?”
Al levantarme a apagar el ipod y el equipo de sonido, golpee accidentalmente con la cabeza la lámpara del comedor y el cono de luz le dio a Isabel directamente en la cara, me quede helado porque sus enormes ojos brillaron de una forma extraña, un chispazo de luz amarilla se vio al fondo de ellos sin dejar de sonreírme.
Me dejo una sensación rara, pero rápidamente miro hacia otro lado, me pregunto si quería cenar, pues llevaba en ayuno prácticamente todo el dia. Le dije que no tenia hambre, cerramos la puerta, apagamos todo y nos dirigimos al dormitorio.
En la madrugada desperté, en la oscuridad escuché ruidos algo se arrastraba por una pared del dormitorio, y escuche como brincó al techo, escuche algo como uñas muy largas, recordé a mi perra pastor alemán caminando sobre el piso de mi casa, un sonido raro, sus uñas en las baldosas que es como cristales pequeños desparramándose en el suelo. Me quede quieto, no quise despertar a Isabel, ella dormía plácidamente y a tientas en la oscuridad busqué el apagador de la luz, lo encontré pero me detuve, solo puse el dedo, listo a encender la luz y ahí me quede, esperando.
Lo que fuera que estaba en el techo pesaba, pues cuando salto casi toda la azotea se cimbró del golpe, calcule que tendría el tamaño de un hombre de 1.80 y complexión extremadamente gruesa, lo cual no correspondía con nadie del pueblo, así que de un golpe encendí la luz y de un salto saqué la escopeta de 2 cartuchos que se guardaba para protección de la casa, del buro saque una caja de cartuchos de perdigones, la abrí, la munición brilló, eran grandes como bellotas y ya había visto su efecto en el cuerpo de una vaca que tuvo que sacrificar mi tío cuando se pensó que el ganado estaba siendo atacado por coyotes o algún otro depredador con Rabia.
Isabel se despertó, me miro asustada cuando me vio con la escopeta en las manos y me pregunto que iba a hacer, casi de mal humor y sorprendida.
-Shh, creo que hay algo en el techo, algún cabrón que se quiere pasar de listo. – y cerré la escopeta cargada, me meti 4 cartuchos en las bolsas del pantalón, dos en cada una y abri la puerta para salir al comedor y a la puerta principal.
De un golpe prendi todas las luces, en especial el reflector que tenia un cono de luz potente en extremo, y sali corriendo a la intemperie, de inmediato escuche como algo en el techo corria, me dirigi en la misma dirección y escuche que el invasor daba un salto, caia del otro lado de la casa y el golpe cimbró la tierra, “ de seguro cayó mal el imbécil” pensé y me apuré a rodear la casa.
Al otro lado de la casa solo había un poco de pasto aplastado y dos enorme agujeros, profundos y anchos, no eran pies, fácilmente mis rodillas hundidas ahí cabrían a la perfección. Levanté la vista y en el pasto ya no había nada.
“De seguro el muy pendejo se lastimó, ya le dolerá mañana y podre preguntar si alguien esta lastimado y lo acusaré con el resto de la gente del pueblo”
Volvi a casa, Isabel me esperaba, pensativa en el comedor, con un vaso de leche al que no le había dado ni un sorbo.
“¿Viste algo?” – pregunto-
“Nada, pero de que se lastimó, no me cabe duda, hay dos agujeros en el suelo así que el muy idiota que nos quiso asustar seguro cayó de rodillas”.
Isabel hizo como si no me oyera y me dijo: “ Toda la comida sabe raro, creo que se echó a perder y el olor ni se diga”.
Me acerque, tomé el vaso y le di una olfateada, no sentí nada anormal, le di un sorbo y tampoco sentí que estuviera echada a perder, no era posible, la acabábamos de comprar justo en el camino aquí.
“Tienes hambre?” preguntó.
-“Ni tantita, y tú? No es raro? Llevo casi un dia sin comer.
-Un poco, pero sé que te dará el hambre voraz, te conozco y asi me haces siempre. Y me sonrió. Apague todo, era de madrugada pero ni un gallo se escuchaba, solo las chotacabras se comenzaron a oir.



Por concluir...

3 comentarios:

Lady Jones dijo...

Pegadita y sin pestañear, Nocturne. Espero esa conclusión. Gracias por este relato sin título.
Un beso.
LADY JONES.

Louis du Pointe dijo...

aliens?... no se.. ya terminala no?

I. dijo...

Alguna vez te dije que me gusta como escribes? mmm creo que no...

Pues me gusta como escribes!! jejeje

Esta historia me tiene atrapada!!! Sigue contandola porque me intriga saber que pasará con el protagonista, con Isabel y el chispazo amarillo de sus ojos, que le pasará a Isabella? porque la abuela en sueños también tiene los ojos amarillos!!!

Acaso es un hechizo?

Bua!!! me gustó la historia, sigue contandola si?

Te amo precioso, te adorooooooooooo!!!

:*