lunes, 27 de julio de 2009

(III)

Desperté a las 8 de la mañana, Isabel no estaba, baje a la casa del vecino y le puse al tanto de lo que paso, me pregunto si aun tenia la escopeta y le dije que si, me dijo que era raro, pero no le dio mucha importancia a lo que le decía, parecía como si le entrara por un oído y le saliera por el otro, en el pueblo no había nadie que se encontrara lastimado o enfermo o algo por el estilo, me despedi cortestemente y fui a buscar a Isabel, seguramente habría ido por más provisiones.

Era extraño, la gente me saludaba muy cortésmente, los niños me sonreían, las señoras, los mismo hombres minimo se quitaban el sombrero y yo les respondia con un gesto o una simple sonrisa.
El amigo de mis tios y de mi madre al verme en la calle se quitó el sombrero, iba con su esposa y su hija, “bienvenido por fin al clan muchacho” y no supe que decir, “¿Qué no debió decir pueblo?”
Encontre a Isabel en el mercado, había comprado demasiada carne, casi hasta la exageración.
“¿Dónde vamos a poner todo esto?”, “oh, ya veraz como se acaba” y me sonrió y me guiño un ojo.
El regreso a casa fue igual, gente saludando amablemente, pero al menos con Isabel la gente se desvivía mas en saludarla, “tal vez por que ya se sabia que es educadora y su gusto por los niños pequeños” me dije, de hecho una pequeña de unos seis años se acerco a darle un ramillete de flores, le sonrio mientras Isabel se acercaba a recibirlas sonriente, le hizo una caricia a la pequeña y ésta se deshizo en sonrisas para ella.

En casa el refrigerador estaba lleno de carne, res; para ser exacto.
¿Comeriamos carne todas las vacaciones? ¿Por qué si estábamos por dejarla?
Sali a caminar, mi esposa acomodaba las demás habitaciones, ordenando todo y dándole a la casa un toque acogedor, puso algo de música y me pregunto si volveria para comer, le dije que si y ella me respondió que estaría esperando.
Volvi a eso de las tres de la tarde, mi esposa me dijo que como no había vuelto ella ya había comido, y me sonrio, últimamente no dejaba de hacerlo y eso me hizo pensar que nuestro matrimonio iba viento en popa.
Fui a la cocina, pero no encontré comida preparada, abri el refrigerador y noté que había menos bisteces, pero no se me hizo extraño, sin embargo el olor a carne me abrió el apetito, un apetito extraño, esta bien que había tardado en manifestarse pero sentí hambre, le dije a Isabel que me preparara algo que tenia hambre y ella me dijo que si, que en un momento.
El hambre comenzó a sentirse como un ardor en mi vientre, que subia poco a poco, a la vez que me estaba poniendo de malas, sin embargo ella se tardaba, no hacia ni el mas minimo movimiento de que fuera a dirigirse a cocinar.
Volvi a abrir el refri, la carne estaba ahí, con su tono carmín y sin reaccionar tome un pedazo crudo, lo mordí y me lo comi.
Nunca había sentido esa sensación pero mi hambre se fue en ese instante, mi estomago no reparó en el cambio de la comida y el hambre volvió de nuevo, más intensa, agresiva, volvió y con más ansia de comer.
Comi más y más, carne cruda, sanguiñolenta pero fría, escurriente, comí una cantidad enorme, hasta saciar mi apetito.
Isabel no vino a la cocina, como si se le hubiera olvidado prepararme algo.
Yo tampoco dije nada.
En la noche al dormirnos ella lo hizo antes que yo, yo aun me quede despierto, por si el bromista volviera, pero esta vez podía escuchar con mas intensidad, el sabor a metal se había quedado en mi boca por mas que me lavara los dientes, pero me quede escuchando, podía escucharlo todo, casi a kilómetros a distancia, podía oir los gallos a kilómetros, las chotacabras en los arboles, podía escuchar los autos en la carretera que estaba lejos, podía escuchar el viento.

No escuche nada anormal, ya era bastante con el sentido de audición amplificado y me gire para abrazar a Isabel, escuche su respirar, la toque en un brazo apenas con mis dedos, feliz de tenerla conmigo, asi, ahí, a mi lado, contento de por fin estar con ella para siempre.
La acaricié y giró a su derecha para quedar totalmente boca arriba, me acerqué y le di un beso, uno tierno que apenas rozo sus labios.
Eso la hizo despertar, sonrió primero, y lentamente abrió los ojos, en la oscuridad, brillaban, de color amarillo, como si la poca luz de la ventana fuera en sus retinas intensa, enorme, era una mirada fría, extremadamente sensual pero a la vez cruel, como la de un depredador que está encantado con ver a la presa que va a devorar.
Me sonrió más, “Creiste que dormía ¿verdad?”, no supe que contestar, la sangre se me congeló, “oh, no te preocupes, ya te acostumbraras tú también, pero por qué no me habías dicho lo del resto de tu familia? Y lo del pueblo? Por qué no decirme que aquí todos son hijos del lobo?
No di crédito a lo que oia y veía, de repente muchas cosas de mi familia y del pueblo quedaron claras, mis recuerdos se agolparon de golpe en mi cabeza y por fin todo se clarifico.
Isabel se puso de pie, al lado de la cama, su cuerpo esbelto se erizó y su figura se volvió sumamente sugerente al estar en la cama, pero sus ojos no eran humanos, eran amarillos, grandes pero amarillos, de un depredador, los ojos de un lobo.
“Y ya que soy también oficialmente de la familia” dijo riéndose. – “ Te tengo dos noticias: pronto comenzarás a convertirte en lo que realmente eres”.
“eso no me me molesta en nada, ya lo sospechaba hace mucho, y lo otro qué es?”
“Estoy embarazada, otra vez.”





FIN

2 comentarios:

Louis du Pointe dijo...

Queeeeeeeee... osea no fueron vampiros, pero fueron lobos... no no no.. renuncio kintty.. esto no me gusto...

Lady Jones dijo...

Curiosa forma de dar una noticia... me ha sorprendido el final de la historia. Es genial poder contar historias e inventarlas... no pierdas la magia Mr. Nocturne...
Un beso.
LADY JONES