domingo, 23 de agosto de 2009

Del mejor amig@ del hombre...

Acabo de leer la entrada de Paloma y me removio viejos recuerdos, algo que crei que estaba olvidado en parte, como cuando no ves a un amigo hace siglos y que sabes que no lo veras.

Tenía 13 años cuando llegó a casa, o mas bien, fui a recogerla, Daika, hija de campeones de raza pura alemanes, una perrita Pastor Alemán que un amigo de mi madre me regaló, la única de la camada de 6 perros.

Daika, descendiente del pastor aleman negro, historicamente odiado por Hitler por el enorme "defecto" de no tener tonalidades café en el lomo, patas y orejas llego chiquitita a mi, tuve que cargarla un kilometro en brazos porque tenia 2 meses y tenia que estar listo para volver en la tarde al colegio.

Recuerdo que, a los pocos dias de tenerla aun no levantaba las orejas como los pastores, asi que decidi esperar, pero por esos dias la muerte de un familiar nos obligó a dejarla encargada de emergencia con un conocido de mi madre, que, al volver la tenia amarrada y maltratada sin darle de comer.

Eso nos enojo demasiado a mi madre y a mi, y, secretamente prometimos no volver a separarnos de la perra, como el libro de Ruth, iria a donde nosotros iriamos.

Daika creció como los del resto de su raza, una maquina de correr, puro músculo en cada una de sus extremidades pero un dia, despés de limpiar el piso, Daika entró corriendo como era su costumbre y resbaló, se dio un "sentón" y la perrita se quedo aullando de dolor hasta que rapidamente fui a sobarla, le dolian los cuartos traseros y la llevamos de inmediato al veterinario, habia sido un golpe leve pero el veterinario me pidio que observara sus reacciones.

Cuando Daika cumplió un año y despúes de meses de correr, noté que cada vez de manera mas frecuente al correr me mordía para hacerme detener, pero no puse atención.
Seis meses después Daika se prepararia para ser madre pero con tristeza notamos que los perritos nacieron muertos, eso nos entristecio a los 3 en casa, a ella, a mamá y a mi, aunque ni mamá ni yo comprendimos el porqué, hasta que el veterinario nos hablo de una enfermedad congenita del Pastor, una distrofia que acaba por inmovilizar los cuartos traseros del perro afectado, soportaria,si, pero seria doloroso verla arrastrarse por su comida o por su agua, sabiamos que llegariamos a algo pero no quisimos tomar la decisión.

Una tarde ante lo inevitable de la situacion mi perra se durmió para siempre.
La cremamos y pusimos las cenizas en el parque a donde ibamos a jugar, creo que es lo mejor para que un amigo terminara sus dias con dignidad.

Mi madre dice que cuando muera y tenga que cruzar el Mictlán o pais de los muertos, Daika me llevará como a ella la llevarán los perros de su infancia, eso es bueno, sé que tendremos mucho tiempo para jugar, con los otros perros, con los perros del pasado y los que vendran a futuro, con los perros de los amigos.
Eso es bueno, asi ellos nos harán compañia.

3 comentarios:

I. dijo...

No puedo decirte que se como te sientes porque no he vivido una situación como la tuya, pero puedo imaginarmelo, lo único que puedo decirte es: Ánimo amor!

Ahora Daika descansa, puede hacer lo que ella quiera, puede correr sin tener que parar a causa del dolor tan fuerte en los cuartos traseros, no sufre y creo que es algo que debería alegrarte un poquito, sabes que está bien y seguramente estará a tu lado cuando sea el momento de cruzar el Mictlán...

Ánimo mi amor!!! no estas solito, Te amoooooooooooooooooo! jeje

Te mando muchisisisimos besos y un fuerte abrazo.

También a tu amiga Paloma! le mando un fuerte abrazo y un beso... supongo que es la chica argentina de la que me contaste alguna vez.

Saludos Paloma! ánimo y buena vibra para ti también.

La chica de la farmacia dijo...

Gracias I por el beso y por el abrazo =) También te abrazo y te beso en la distancia...

Nocturne, me hizo llorar tu entrada =( Sé lo que sientes, sé lo que sufriste, y sólo puedo devolverte el abrazo que me diste. Gracias por todo amigo...

Saludos a los dos, Paloma...

Jan dijo...

Se como duele.
Ya han pasado 15 años y su recuerdo (de su mirada, de sus juegos, de su nobleza y su amor siempre dispuesto) sigue llenándome los ojos de lágrimas.
Se llamaba Lazka.
Ahora disfruto del cariño de Nöel, otra perrita, se llama así, porque me la regalaron en Navidad.