De Star Wars....

Ralph McQuarrie, esto lo sabe el fandom, es el cabrón que visualizó Star Wars antes que nadie. De su calenturienta mentecilla surgieron los prototipos de Vader semisamurái, Chewie con cara de gnomo, Han Solo güero y con sable de luz, el Stormtrooper con sable de luz y escudo, Boba Fett con chipiturco... puro y finísimo material de trivia. Muchos años después vendría el lerdo de Doug Chiang con sus diseños de navecitas amarillas renacentistas en el perfectamente aburrido planeta de los Naboo, pero entre los 70 y los 80, McQuarrie gobernó con sus previsualizaciones, bocetos, sketches y pinturas matte para Star Wars. Muchas de ellas serían digno material de portada de Heavy Metal.

Pues bien, el otro día, haciéndome pato con Isabel, que total, cuando andamos juntos ni trabajo nos cuesta, encontramos en el super dos figuras de Snowtrooper, cuya historia le sigue.

Eran los ochentas y aun era un niño que apenas habia visto una repetición de Empire Strikes Back supere recortadisimaaaa en el canal 4, mi madre le había pasado ahí por equivocacion y notó como su entonces pequeño e inocente servidor babeó por la película que hasta ese momento, yo no sabia que era de culto.
Ahí fue donde, el Snowtrooper de Kenner se volvió mi figura de acción de favorita, aunque en la peli sean unos verdaderos inutiles al montar su cañón blaster y ser balaceados al mero mero estilo actual mexicano por el Millenium Falcon, el diseño del soldado rifaba, y rifaba cabrón, con su estilo de iPod y cara de click wheel, tuve dos, y tiempo después mi madré fue mi Personal Heroine al comprarme el cañoncito Blaster que les quedaba como anillo al dedo.

Así que muchos años después y vagando con Isabel, en una tienda de figuras de Star WArs encontramos la edición conmemorativa de McQuarrie, venga, luego, encargué mas figurillas, vengaaaan, y tiempo despues, en el super la nueva edicion del snowtrooper ochentero pero ahora con faldita de tela, oh si, buenos tiempos.

Y ahora, mi sibaritas figuras de Snowtrooper by Ralph McQuarrie y la normal. Qué felicidad.