miércoles, 22 de febrero de 2012

Ya son las 8:30 de la mañana y ya estoy en el trabajo, llegué temprano, me desperté a las seis, fui a correr, querido México, salí a correr decia una campaña de Nike de finales de los noventas, cuando tenia 17 años y no sabia que era mas fácil morir en casa en un accidente que morir en la carretera por un ebrio al volante o en la misma calle por una bala perdida, así las cosas corrí 2 kilómetros, a buen paso, buena música, el iPod con carga llena y audífonos bluetooth que me dejan vivir sin cables, la calle y yo, la niebla y yo, el ritmo y yo.

Correr y dejar lo malo atrás por un momento, por un rato, correr, sudar, dejar que mi sangre se convierta en gasolina y llene de humo mis pulmones, correr exhausto, sudar acido de batería, volver a casa, descansar 10 minutos, hidratarme, bañarme, sentirme mejor que ayer porque hoy soy mejor que ayer y un poco peor que mañana pero nada que no tenga remedio.

Llego al trabajo y el sol se mete por las ventanas, huele a mañana, la ciudad despertó hace unas horas pero se niega a seguir despierta, la ciudad es mi pista.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Correr. Me encanta ese verbo.
Me encanta correr por deporte, me encanta correr cuando el mundo me agobia; corro cuando tengo miedo y hasta cuando algo me hace feliz. Corro por alegría y por tristeza.
Sufro de vértigo, pero el vértigo que siento al correr me llena de éxtasis.
Corro porque así puedo escapar, de una ciudad que aún no despierta del todo o de una ciudad que ya despierta me asusta.
Correr. Escapar, ir lejos... pero sólo por un rato. Siempre a mitad de camino encontramos lo que buscamos.
Un abrazo, teacher. Sigamos corriendo que, como hoy, nos llena.