El Satélite... *

Querida Isabel:

Cuando por fin logré salir de las cavernas habría caminado casi 3 horas… La luz de mi lámpara sirvió bien pero estaba mojado y con olor a mar y humedad. Al  salir al otro extremo de la caverna vi la playa, a lo lejos, más lejos estaría el auto, estaba agotado y tenía hambre , así que en un gesto amplio de masoquismo, decidí hacer tal vez lo más sensato y a la vez insensato: Caminar a la carretera, podía ver las luces a lo lejos de una gasolineria y un par de edificios a un lado, la luz parpadeante de las lámparas me decía que tal vez no estaría abierto a esa hora de la mañana, pero quizás si la mínima posibilidad de se presentaba, hasta podría tener algo para cenar, y una buena cama y un baño.

Así pues, caminé en la noche clara, la luna llena en todo su esplendor tenía un extraño color azul que ahora sé es un fenómeno que se repite cada 3 años, traté de recordar qué pasó hace 3 años  y mientras caminaba vino a mi mente que eran 3 años que el conejo estaba en nuestra casa, que habrá sido de él, llegó una tarde lluviosa de julio cuando era bolita diminuta de pelos color canela. Lo recuerdo bien porque 2 dias después fue tu graduación de la escuela, también llovió demasiado esa noche después de que hicimos una larga fila para entrar al auditorio, recuerdo que te aplaudí como loco y el tipo de la butaca de a lado se me quedo viendo raro. Despues de esa noche te acompañé a defender tu recepcional, debo confesarte que esa tarde, ahí, mientras exponías y defendías tu trabajo te deseé como loco, habías defendido con valor y aplomo tu trabajo, fue verte desenvolver con voluntad y supe que esa misma  fuerza de voluntad te había llevado a pelear por ti y te había sacado adelante, venciste al miedo, saliste avante y al final celebramos tu triunfo tu y yo.

Ya camino a la gasolinera la arena se me pegaba a la pernera de mis jeans, mis botas húmedas por la caverna tenían arena pegada en la comisura de las  suelas  y  un color negro a la luz de la luna hacia que el café característico de ellas se viera como manchas de sangre en ellas.  Se me hizo extraño no escuchar nada  de animales, solo el mar a lo lejos, pero no había grillos, luciérnagas ni nada por el estilo, baje como pude entre los nopales y la arena hasta llegar a la orilla de la carretera, la luna, como ya te dije, se veía hermosa, querida Isabel, es en noches como estas cuando me pregunto donde estarás? Y más aún, e Isabella? Donde, en qué parte de esta vida o de la otra quedó Isabella?  A veces te imagino a ella y a ti juntas durmiendo bajo la luz de una luna similar, con el respirar acompasado y yo a un lado de ustedes viéndolas descansar, no les pasará nada, no mientras yo esté despierto y haga guardia, mi espada afilada reposa en su base lista para ser desenvainada mientras sé que tu, aunque duermes; siempre lo haces con el rosario de plata en la palma de tu mano y una daga enorme y afilada bajo la almohada. Querida Isabel, debo darme prisa a llegar a la gasolinera, al llegar veo que no hay nadie, solo hay dos bombas esperando cliente como testigos de la soledad que me acompaña, busco a alguien y no hay nadie, a un lado hay un motel de carretera, como el que hay camino a Ozuluama y espero tener mejor suerte, adentro del edificio en L no hay nadie, solo unas guirnaldas de luces alumbran el ángulo donde están la administración y las habitaciones, al fondo, un taller mecánico donde a esta hora aun hay luz. Me acerco con cautela, saludando, “buenas noches” dije y adentro una chica, morena con el pelo lacio me responde el saludo.  Es morena, delgada y con el pelo lacio, debe tener más o menos mi edad, lleva un overol de mezclilla amarrado hasta  la cintura, una blusa blanca y unas botas negras mineras, se llama Paloma, y me dice que tiene que entregar para el día siguiente un Cadillac rojo, precioso pero fuera de este tiempo. Sabes que me encantan los autos viejos, sabes que mi padre tuvo 2 preciosos mustangs, héroes de tiempos legendarios,  y la chica se ve que tiene mano para esto de la mecánica, me cuenta mientras sonríe que los chicos locales le envidian un poco, y es que si algo sé de mujeres aguerridas como tú es que son pocas y son codiciadas.

Paloma ve que mi linterna comienza a dibujar en la oscuridad una luz naranja y se ofrece a cargar mi batería, lo cual, créeme me será de gran ayuda si mi mala suerte se hace presente y no encuentro alojamiento y deba de volver al auto, aunque seguramente, de hacerlo ya será de dia y mi ropa se habrá secado.  Recuerdas tu tesis Isabel? Debe de estar volviéndose amarilla en el libre del que fue nuestro hogar, quiero pensar que la dedicatoria de ella sigue ahí, de nuestro primer libro, quiero pensar que debí insistirte cuando te pedí que yo la guardaría, tengo muchas cosas de ti que conservo sabes? Pero me habría gustado tener ese libro particularmente, la dedicatoria era poderosa, eran poderosas tus palabras y me llenó de orgullo que alguien como tú me dedicara esas palabras en su tesis, sabes que tengo dedicatoria en tesis de mis amigos? Pero ninguna fue tan poderosa como la tuya, fue como si llenaras el motor de un viejo vocho y avanzara como si fuera un auto con alto octanaje!

Después de ver que el motel de paso estaba ya cerrado, Paloma no solo recargó la batería de mi lámpara, también recargó la batería de mi ipod, y me dio un par de cigarros aunque antes de eso me preguntó qué demonios hacia en ese sitio tan olvidado de Dios, le dije que en un momento que no sabía, había tenido un accidente, le pregunté por el carguero naufragado, pero ella me dijo que tenia años ahí, desde que era una niña se contaban historias raras de él, le pregunte por ******** y tampoco me pudo dar información nueva, tomo mundo sabia de ******* pero nadie supo qué fue de él, solo que en algún momento murió en la playa, me indicó que a unos kilómetros del cementerio y de la antena radiodifusora encontraría unos monolitos que nadie sabia qué cultura los había colocado ahí,  me despedí de ella con un apretón de manos y le agradecí su atención,  le regalé mi encendedor, y ella lo guardo gustosa, un zippo por esos lares sabes que es algo que no se encuentra todos los días.

Querida Isabel Daza, a un lado del motel hay un restaurant, me acerque a la ventana, pues había luces interiores, vi, que la barra estaba encendida, y que la luz de la cocina también, no había nadie, me llamo la atención una rocola que reposaba afuera, en el descanso del restaurante, intente abrir la puerta pero estaba cerrado, asi que esperé a ver si alguien venia y me servía un bocado, pero no, que otra idea podía tener para apaciguar la soledad? Conectar la rocola, así que lo hice, de inmediato una luz verde fluorescente ilumino mi rostro, y la lista de canciones era aquella misma que hicimos juntos una vez,  Querida Isabel, sabes que es la misma lista que aun conservo en mi maltratado iPod? Así, recién cargado comparé la lista de canciones de él, con las canciones de la rocola, salvo dos o tres canciones, el orden era el mismo, las mismas canciones estaban ahí, fue como si en esa rocola vieja se hubieran anticipado por años y hubieran cargado el aparato con ellas. “Qué raro”  me dije, y al retirarme noté que dentro del restaurante había signos de lucha, una ventana rota me permitió abrirla y había manchas de sangre en el piso cuadriculado rojo blanco, me extrañó demasiado, asi que pensé en Paloma, quizás necesitaría ayuda o corria peligro.

Salí como pude, tenia esa vieja sensación que tuve cuando, en la esquina de tu casa habíamos hablado, como ya dije estábamos mal, pero no quise verte partir, sabía que esa sería de las ultimas veces que te veria, no me dejaste tocarte, ni besarte siquiera, tu gesto era duro y quizás suene tonto, pero hasta sentí que había un poco de crueldad en tu voz, tu mirada era distinta y esos enormes ojos café no eran los mismos, pensé que veía a un abismo oscuro donde un poco de maldad había entrado, Querida Isabel, sabes que no me perdono haberte hecho daño,  pero no lo hice mi querida Isabel, mis besos siempre tuvieron exclusividad contigo, como los “te amo”, donde mas iba a encontrar esos besos  con sabor a fresa que no he vuelto a probar… Si con alguien tuve sexo apasionado y perverso fue contigo, si con alguien hice el amor delicioso fue contigo, asi de simple y sin tener que entrar en detalles,  más alla de eso, no hubo, era como perder el último grado de alma que me quedaba, y perderte era como ir camino al infierno.

Todas las cosas buenas que viví contigo, ahí están, se congelo el latir del corazón y hasta el momento nadie lo ha hecho latir, así de frio se ha vuelto el mundo, y este paraje desolado de la carretera es el vacio que hay, asi como esta playa abandonada y misteriosa es el tiempo que paso pensando en ti, en el accidente provocado por alguien malo.

Y esa maldad que existe es algo para lo que tu y yo no estábamos hechos, no había visto la maldad a los ojos, la envidia de que alguien pueda tener algo bueno y puro y que sea destruido, aún asi, aunque el castigo llegó para el enfermo, no puedo negar que sus acciones fueron las que nos condujeron hasta aquí, el karma, ese bendito karma ha hecho el balance y ha repartido su justicia, no nos ha ido tan mal a nosotros, pero a si a quien comenzó todo esto, no me alegra sabes? Tampoco me importa, al final de cuentas le fue como le tenía que ir.

Pero tú y yo somos victimas colaterales, en un universo alternativo estamos juntos, quizás con el conejo con nosotros, quizás alegando por ver quién le toca despertar a quién a la mañana siguiente, quizás Isabella ya viene en camino o sea tal vez un él…

Isabel Daza, tengo que ir a ver a Paloma, me preocupa que lo que sea que haya pasado en el restaurante la ataque, asi que me apuro a correr con mis botas machacando los cristales de la arena, pero antes de llegar escucho un tronido, me detengo, recupero la respiración y en medio de esa noche estrellada e iluminada por la luna, veo un destello… Es un satélite, golpeado por quién sabe qué poder, surca el cielo causando una enorme cola de humo y estrellándose en el motel, corro de nuevo esperando que Paloma esté ahí, pero no, el satélite choca contra su taller y al llegar solo encuentro chatarra, similar a la nuestra en lo que queda entre las cenizas del sitio, pedazos de metal del auto y pedazos en llamas y al rojo vivo de lo que era un satélite, hace calor, me alarmo, pido ayuda pero no hay nadie… El Satélite se estrelló contra el sitio, y estoy solo, en medio de las arenas, cerca de la playa, y no hay nadie que me pueda ayudar… debo volver a la playa y pedir ayuda, o a la antena de la radiodifusora… o quizás, es algo que después de todo este tiempo, tengo que lidiar solo.

Querida Isabel Daza, sabes que no hago amigos con facilidad y sabes que conozco a mucha gente, pero a muchos no dejo que se acerquen, conocí a Paloma, como bien sabes por un mero accidente de letras, sé que si en este mundo desolado tengo problemas, pero sus palabras me dieron fuerza para seguir mi búsqueda en esta costa.

Después de que desaparecimos, querida Isabel, muchos pensaran que estamos muertos, muertos en vida quizás, pero muertos al fin. El tiempo hace cosas extrañas aquí, la antena no funciona como debiera, y un satélite acaba solo de caer?  A veces creo que envío mensajes a un destinatario allá afuera, solo rezo porque en verdad los lea.  Estas historias son naturales, no son pasajes de un buen libro, el otro día alguien me preguntó eso, si era plagio, le respondí que no, sabes Isabel? Creo que a estas alturas de las cosas lo que menos me interesa es decir mentiras. Tú y solamente tú sabes cuándo miento y cuando no, hay realidades alternativas tal vez, muchas compiten y sabes que en mi caso, son alimentadas por ideas de libros, televisión, juegos, e incluso historias de mi infancia. Hay un enorme número de conceptos de ficción más familiares para nosotros que algo o alguien real. Tenemos por mucho una gran conexión con personajes de ficción que con la gente que encontramos en la calle. Nuestros destinos a veces son formados por inspiraciones, mitos y realidades.  Isabella llegará… ya sea en esta vida, o en la otra.