miércoles, 12 de septiembre de 2012

La Caverna...


Por qué ******* llegó hasta aquí?  ¿por qué fue motivado a llegar tan lejos?  Hasta podría identificar sus uñas arañando el lugar y cada una de las piedras de estas cavernas. Por qué decidi seguir este sendero en la playa y ya no volver a la antena?
Me ha quedado claro que en este punto, ya no hay retorno.  Pronto, al adentrarme más y más tendré que encender una antorcha. Puedo, dentro de estas enormes cavernas escuchar el goteo  del salitre de mar, puedo escuchar el sonido de las criaturas marinas y el rumor lejano del océano.
Él nunca encontraría las cavernas, no hace tantos años, entonces comprendí que la correspondencia anónima entre tu y yo sería lo único que quedaría entre nosotros… Cartas apilándose en el pórtico de lo que sería nuestra casa se vuelven amarillas por el sol, la lluvia, las inclemencias del tiempo.

Me llama la atención el autor del diario que robé, su adicción a los medicamentos y como vino a parar a esta playa tan cerca y a la vez tan lejos de la civilización.  Mientras caminaba dentro de las cavernas adentrándome en la oscuridad con la poca luz de mi antorcha… pronto se agotaria y tendría que rogar que mi linterna estuviera cargada y no me dejara a oscuras. De hacerlo tendría que correr hacia la entrada de la cueva, pero quería seguir caminando y adentrarme en ella, sin dejarla de explorarla.
Me sentí Alan Wake, temeroso y armado solo con mi linterna en esa oscuridad, recuerdo la primera vez que lo jugué, tu habías ido a mi casa y afuera la temperatura congelaba, estábamos en mi cama y decidiste meterte en las cobijas donde más tarde yo también me uní, apagué la consola e hicimos el amor.
Creo que hacíamos el amor cada vez que era factible por cuestiones de tiempo, había días en que no lo hacíamos, pasaban días y noches enteras pero siempre estábamos bien, mucho mejor que la tormenta que se aproxima a la costa, nubes negras y como ya te dije antes, las gaviotas no vienen aquí.  Espero que la tormenta me deje volver al auto, pero creo que está más lejos de aquí, aunque no tan lejos como la ultima vez que te tomé de la mano.
Era como si alguien hubiera golpeado el auto o le hubiera pegado con un martillo, un bat, y la lamina del vehiculo fuera de papel aluminio. Como si lo hubieran sacudido y jalado como un coctel. La guantera se había abierto y se habían desparramado nuestras cosas, tu daga,  un spray de defensa, mi bastón de combate, algunos papeles del auto, mi encendedor, unos cuantos cigarros afuera de su caja, y el cargador del auto para nuestros teléfonos.  Lo ví a él esperando por nosotros a un lado de la carretera. Aunque también nos vi a nosotros dentro de lo que quedaba de ese auto accidentado. Como en tercera persona, y él ahí, esperando para sacarnos de ese naufragio. Los pistones del motor, las mangueras, los contenedores,  en el suelo como si el auto fuera destripado y todas sus entrañas fueran tiradas en el asfalto.  Detuvieron el trafico de ambos lados en la carretera y pusieron señales de transito para disminuir la velocidad, en  esas luces, las bengalas y las luces amarillas de las vallas parecían la luz de las estrellas parpadenando en la oscuridad.  Y entonces la vi a ella, parada frente a nosotros, la causante de este accidente, burlándose con risa sardónica, iluminada por la luz amarilla su piel blanca se veía casi mortecina en esa penumbra.  Querida Isabel, hasta qué punto fue que creiste que te engañé? Fue como si todos nuestros planes se fueran al caño, creo que nunca esperamos que nos descarrilaramos de esa manera tan brutal y dañina. Habia la inseguridad de tu parte hacia mi, querida Isabel, lo sospechabá pero aun asi nunca mire a nadie más mientras estuve contigo, sé que hice mal, la venganza valió la pena? No lo creo, Hattori Hanzo dice que la venganza es como un bosque: no sabes de dónde viene, dónde comenzaste y como en un bosque es muy fácil perderse y yo casi me perdí en ese bosque, de no ser por ti creo que habría sido una espiral descendente y perversa que me habría conducido hasta el fin.  Los rescatistas tardarían en llegar, los dos estábamos bien en el momento del accidente pero no sabríamos que las consecuencias se pondrían peor. Sabes que se me rompió el corazón la tarde que lloraste en mi casa? Sabes que tu frialdad me hizo pedazos la tarde que hablamos en la esquina de tu casa y tu estabas confundida porque no sabias que pensar?  De algún modo creo que los dos dejamos que otras personas entraran en la vida de cada uno, creo que nunca esperamos tener este accidente, provocado por una persona enferma.
Querida Isabel Daza, siempre me quedé con la duda de saber qué piensas de mi, quiero pensar que en el fondo de tu corazón no quieres creer eso,  aunque no sé, han pasado tantos días que contarlos se me hace imposible como la arena de esta playa.
Estas cavernas tan alejadas de la civilización brillan con una luz azul bajo la potencia de mi linterna.  Encontre en varias de las piedras, sobre el musgo, la formula química de un compuesto que nunca podre saber cual es, es química organica, nunca fui bueno para ella ni creo que ya nunca lo seré, la Estequiometría nunca fue mi fuerte en la preparatoria y mucho menos las químicas asi que será siempre un enigma para mi el saber de que compuesto se trata.
Querida Isabel Daza, estas cartas, que tanto escribo creo que nunca llegaran a tus ojos, ahí están en el pórtico de la casa haciéndose cada vez más viejas y amarillas. Creo que este caminar a través de las cavernas es un viaje hacia dentro de mi propio sistema, estas cavernas no son otra cosa que una yuxtaposición de mi cuerpo dañado y afiebrado por la influenza que dejo mi organismo como un auto impactado por otro auto en sentido contrario.
Querida Isabel Daza, crees que para mi fue fácil no estar contigo? Despues del dolor y la ira, el enojo y los celos, y en ese orden de ideas creo que la ultima vez que hablamos fue lo peor que pudimos haber hecho, con tanta emoción encontrada creo que nos hizo más daño, te dije cosas que no al final no son ciertas, no te odio, y aun así no te olvido, espero que tú, en un mejor orden de ideas no me odies y tengas presentes los buenos momentos que fueron más que los malos.
Despues de estar en el hospital recuerdo que los doctores venían y me colocaban una lámpara para checar la dilatación de la pupila y era como mirar la luna desde el fondo de un pozo.
Sabes que tomare tu mano solo si tú me la ofreces para salir del pozo donde las flores no alcanzan la luz del sol. Los faros se reflejan en tus retinas. Esta es la cara de un hombre ahogado en las aguas donde la luna se refleja, como un vaquero ebrio llevándote a casa en la oscuridad…

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Wow, ¡tremenda(s) carta(s), teacher! Así me gusta, con el corazón en la mano, sin medias tintas, para que el que quiera escuchar, escuche (o lea, da igual).

Te dejo un abrazo. Ya luego hablaremos de RETORNO...

Pd. Las cartas se podrán poner amarillas con el tiempo y hasta desaparecer, pero las palabras quedarán para siempre.

Anónimo dijo...

Me pregunto, ¿estas cartas tienen un remitente y un destinatario real o son solo fragmentos adaptados de un buen libro?

Unknown dijo...

El remitente existe, el destinatario también, aquí el asunto es sí es leído por este... y adaptado de un buen libro? jojojo me sorprendes! Creo tener ya un estilo. Abrazo.

Anónimo dijo...

Si, tienes un buen estilo... Y dime, ¿qué pasa si el destinatario real lee tus cartas, qué viene luego?